eguro que hay alguna canción que te pone de muy buen
humor cada vez que la escuchas. O te hace pensar en grandes
aventuras, o recordar a una persona a la que quieres mucho.
S
Eso te pasa porque la música sabe cómo hablarle a tus emociones.
Suena extraño, pero así es. Como si al escuchar una canción
algunas de sus notas se colaran en tu interior y pusieran en marcha
tu alegría, tu tristeza, tus ilusiones o tus miedos. A mí también me
pasaba, y de una manera tan intensa que nada me gustaba más que
dejarme llevar por la música que sentía dentro de mí. Gracias a esa
pasión y a que tenía un don para escribir música, me convertí en uno
de los mejores compositores de todos los tiempos.
El camino no fue fácil. Desde muy joven tuve que luchar
con la mayor desgracia que le puede suceder a un músico: me
quedé sordo. Pero para sorpresa de todos, con mi entusiasmo y
sensibilidad para la música logré componer un buen número de
obras geniales. Me llamo Ludwig van Beethoven.
Esta es mi historia.